Actualmente es famosa la cerámica de altísima calidad que produce y exporta a nivel mundial. Pero hay un hecho de enorme relevancia para los taurinos del mundo entero. Hace 100 años, Joselito el Gallo murió en las astas de un toro.
Toros Ecuador visitó esta ciudad para conocer el lugar donde sucedió este trágico acontecimiento: la Plaza de Toros La Caprichosa, construida en ladrillo visto, ubicada a un costado del casco central de esta ciudad. En sus alrededores, se erigen un busto de Joselito y una estela en cerámica azul que reseña el episodio por el que el toro Bailador, ejemplar de la ganadería de la Viuda de Ortega, diera muerte repentina a la figura más grande del toreo de aquel entonces, y para muchos, la cúspide del toreo de todos los tiempos.
Nacido el 8 de mayo de 1895, en la localidad sevillana de Gelves, José Gómez Ortega, nieto, hijo y hermano de toreros, la célebre dinastía de los Gallo, de los que se destaca su hermano Rafael “el Divino Calvo”, demostró desde su infancia su precoz genialidad para torear. Su corta edad no coincidía con su nivel de conocimientos e intuiciones para torear, tanto que el propio ganadero Eduardo Miura sentenció que “Parece que le ha parido una vaca”, luego tentar con vaquillas en su hacienda, lo que hacía en varias ganaderías que lo buscaban para probar su ganado.
Fue Jerez de la Frontera la que vio el debut de Joselito, con algo más de 12 años de edad. Ya como novillero su carrera fue meteórica, al punto que toma la alternativa en Sevilla a sus 17 años el 28 de septiembre de 1912, de manos de su hermano Rafael, y la confirma en Madrid apenas tres días después, de las mismas manos fraternas del Divino Calvo. Como torero revoluciona la tauromaquia, pues es el pionero de la llamada Edad de Oro del toreo, protagonizando competencias con otro mounstro histórico Juan Belmonte, y otros de no menos relevancia como Ricardo Torres Bombita, Machaquito, Guerra Guerrita y el mexicano eterno Rodolfo Gaona.
Corrochano, Cossio y otros entendidos consideran a Joselito como el más completo de la historia. Joselito inmortalizó a muchos toros bravos al desplegar su toreo poderoso como ningún otro, exponiendo la clase de ejemplares como Napoleón, Almendrito y muchos otros. Es el primer torero de la historia en haber cortado una oreja al toro Cantinero de la ganadería Santa Coloma, como premio a su exhibición durante un encierro con siete toreos en la Real Maestranza de Sevilla en septiembre de 1915, y suponer la ruptura de la prohibición de cortar orejas en las plazas de toros de primera. Lo mismo ocurre en Madrid. Es el primer torero en superar los 100 festejos por temporada, y lo hizo entre 1915 y 1917. En 1918 inaugura la Monumental de Sevilla.
Su toreo fue completo y evolucionó con el paso del tiempo. Es el pionero de manejar todas las suertes con enorme destreza y hondura. Poderoso y diverso con el capote, su muleta ofrece otra dimensión a los naturales y pases en redondo, cada vez más quieto, rompiendo los esquemas de los toreros de antaño, que lidiaban más que toreaban, cuando las suertes se hacían sobre piernas, y capote y muleta no se templaban sino que justamente buscaban lidiar a los enormes toros de la época, que superaban los seiscientos y hasta setecientos kilos de peso. Con el estoque, era un matador excelso, como pocos en la historia.
En esas circunstancias Joselito fue la figura que dominaba el toreo. Hasta que llegó la fatídica tarde del 16 de mayo de 1920. No figuraba en el cartel de Talavera, y terminó reemplazando a su hermano Rafael, terciando con otro torero trágico, Ignacio Sánchez Mejías, que era su cuñado, y Larita. En su brindis, Joselito decantó: “tenía muchas ganas de torear porque esta plaza la inauguró mi padre, por cuya memoria brindo también”. La máxima figura del toreo estaba en la pequeña plaza de Talavera de la Reina, y los talaveranos incrédulos celebraran semejante acontecimiento. El quinto toro de la tarde, aquel llamado a ser el mejor de todos y el que ofrezca el triunfo al torero en suerte, se llamaba Bailador. Aquel burel había matado a todos los caballos de pica, era pequeño, cornicorto y burriciego, pues solo veía de lejos, se refugiaba en tablas, y sus arranques defensivos generaban riesgo. Sin embargo, Joselito, dominador como siempre, trataba de sacarlo de querencia. De pronto, de la nada, Bailador da un arranque repentino y embiste el bajo vientre de Joselito, provocando su muerte pocos minutos después, pese a los esfuerzos desesperados de los cinco médicos que se encontraban en la plaza, y que intentaron en vano salvarle la vida.
Terminando de lidiar el sexto toro, Ignacio Sánchez Mejías se apresuró a la enfermería para apoyar a su malhadado cuñado, pero era demasiado tarde. Nadie lo podía creer, nadie quería creerlo. Había muerto el torero, e iniciado la leyenda. Tanto dolor produjo en todo el mundo taurino que Nuestra Señora de la Esperanza Macarena se vistió de luto por única vez, mientras que Rafael Guerra Guerrita le daba un mensaje a Rafael el Gallo: “Impresionadísimo y con verdadero sentimiento te envío mi más sentido pésame. Se acabaron los toros”.
Pues sí, parecía que la tauromaquia perdía su esencia misma. Por suerte para las nuevas generaciones aquello no ocurrió. Joselito dejó un legado tan grande que el toreo actual no puede ser explicado sin él. Dejó estelas de su arte que ha contagiado a tantísimos toreros que posteriormente han continuado engrandeciendo el arte más puro que existe, el toreo. Por todo esto, Toros Ecuador rinde solemne homenaje a Joselito El Gallo, Joselito III o Gallito, como se lo quiera llamar, por su arte y verdad más actual que nunca. Gracias Joselito por hacernos amar el toreo, por hacernos entender que la grandeza se alcanza con valor y sacrificio, con pureza y aplomo. Joselito El Gallo, eres inmortal.
TALAVERA DE LA REINA:
TALAVERA DE LA REINA:
MONUMENTO AL REY DE LOS TOREROS
LA ULTIMA "PUERTA GRANDE" ABIERTA POR JOSELITO
PLACA CONMEMORATIVA EN CERAMICA AZUL DE AQUEL DIA
PLAZA DE TOROS " LA CAPRICHOSA" DE TALAVERA DE LA REINA