Una ola de comentarios en pro y contra de la fiesta brava han increpado a la opinión pública en Quito, ante la pretensión de terminar el contrato de arrendamiento de la plaza de toros Belmonte y dejar de dar espectáculos taurinos en esa tradicional plaza de toros. Se debe aclarar que en Quito y en parte de la provincia de Pichincha, no existe prohibición alguna para que se lleven a cabo corridas de toros, lo que está prohibido es el tercer tercio, gracias a la mañosa consulta popular y ahora ya se va descubriendo la manera de que este grupo corrupto ha venido ganando cada elección.
Se escucha que el toreo es un evento sanguinario, que se viola el respeto a los derechos de los animales, que no es arte, que no es estético, que no es parte de la tradición ni de la cultura ecuatoriana, que es una fiesta de noveleros y por supuesto de pelucones quiteños, y otros calificativos descriteriados. Digo esto porque no hay un mínimo de razonamiento lógico y elemental para concluir en semejantes aseveraciones. Yo preguntaría primero si los antitaurinos pueden responder sobre qué se entiende por arte, por estética, por tradición, por cultura, y más aún qué se entiende por tradición y cultura ecuatorianas, y peor aún, preguntaría si conocen el verdadero sentido de la democracia. Acaso pretendemos pensar que la influencia española y europea de más de 500 años no introdujo elementos nuevos a nuestra tradición y a la cultura precolombina en nuestros territorios, cuando Ecuador aún no existía?. Si fuese así, invitaría a todos los antitaurinos y demás ciudadanos radicales e intolerantes con las minorías a que vivan conforme lo que pregonan, y por tanto empiecen a usar taparrabos o vestidos que los nativos usaban en aquellas épocas, cazar con lanzas y dardos envenenados, o acaso hablar solamente quichua, shuar, o alguna otra lengua nativa….
En este debate sobre la vigencia de la fiesta de los toros hay tres elementos esenciales que se analizan de manera superficial y con desconocimiento y revanchismo. El primero de todos es la presencia del concepto del rito y del ritual. El toreo es un ritual que ensalza la vida porque la confronta con la muerte. Es la lucha entre un animal majestuoso, asesino, que ha sido cuidadosamente criado, que está armado, y que enfrenta a un ser humano que se expone solo con un engaño, y en esa confrontación brutal se crea arte y belleza, que redime la existencia del toro como elemento fundamental de ese ritual. Qué no se le ha consultado al toro es una barrabasada que no merece ser siquiera considerada. Acaso se les pregunta a los pollos, vacas, cerdos, chivos, corderos, sobre si desean ser parte del alimento de aquellos que “defienden los derechos de los animales”. Voy más allá, se le pregunta al río cuando se le desvía de su cauce o se lo explota a tal punto que se lo seca y envenena? Se le pregunta a las lechugas y tomates sobre su derecho a morir en las plantas que los germinaron?. Sin duda hay un seudo ecologismo infantil que incapaz de producir innovaciones que promuevan en bienestar general, se escudan en su ignorancia y vil resentimiento para joder, para oprimir aprovechando de una coyuntura que favorece sus nimias conciencias.
El segundo elemento es el respeto de los valores individuales y colectivos. Cada ser humano carga con un cúmulo de valores culturales, éticos, políticos y sociales que forman parte de la estructura de su ser. Esos valores deben ser respetados, no pueden ser impuestos, ni subastados incluso por la mejor de las intenciones. La convivencia pacífica y el crecimiento y realización individuales requieren indispensablemente la presencia de los valores individuales, que sumados en un convivir gregario forman parte de un todo diverso. Ahí está la riqueza de los pueblos, ahí está la razón de ser de la felicidad individual y colectiva.
El otro elemento es la conceptualización de la democracia y del ejercicio democrático. La participación de la ciudadanía es prioritaria para la vigencia de la democracia. Pero dicha participación, así como el ejercicio del poder tienen o deben tener limitaciones. No se puede concebir a la democracia como la dictadura de las mayorías. No siempre es bueno ni necesario que las mayorías condicionen, permitan o impidan el libre derecho de las minorías a vivir con sus creencias, tradiciones y culturas. La democracia es el estadio de evolución social y política que permite a una sociedad buscar su bienestar de manera incluyente y solidaria respetando y promoviendo la riqueza y sabiduría de su gente, conquistada en siglos de historia. La democracia, por ende, debe respetar irrestrictamente la cultura, las tradiciones y los valores que no necesariamente deben ser homogéneos.
Nuestra Constitución Política declara al Ecuador como un Estado megadiverso, pluricultural y plurinacional. Ergo, la consulta popular que se llevó a cabo fue inconstitucional, viola los más elementales principios sobre la cual está constituida.
Entendámoslo de una vez por todas, la fiesta de los toros no es una fiesta de cuatro pelucones quiteños, ni el pretexto de los noveleros a emborracharse en la plaza y fuera de ella. Estas últimas son conductas aberrantes que se producen dentro y fuera de la plaza, pero que no son peculio de las corridas de toros, pues se producen también en los estadios de fútbol, en fiestas populares a lo largo y ancho del país. El toreo es violento? Por qué no se habla entonces del boxeo, la lucha libre, las cadenas sabatinas y muchas otras manifestaciones con enorme carga agresiva que se verifican en el territorio nacional, que por añadidura son realizadas exclusivamente por seres humanos. La violencia se produce por causas sociales originadas en la exclusión, la marginalidad, la ignorancia, la pobreza, la intolerancia, la prepotencia y el abuso del poder. No agarren al toreo como chivo expiatorio de sus miserias y falsa conciencia social.
Por todo lo dicho soy uno más que defiende el ritual del toreo por hermoso y profundo, por serio y trágico, por estético, porque me invita a entender la vida enfrentando a la muerte. Todos los que gustamos de los toros, y aquellos que aún no siendo aficionados están a favor de la defensa de la libertad y tolerancia de manifestaciones culturales y tradiciones ancestrales de las minorías.
Como se añora a esos verdaderos señores Alcaldes de épocas pasadas, respetuosos de las tradiciones, inteligentes, coparticipes de las costumbres y tradiciones de la ciudad, los tiempos han cambiado, la ciudad ha cambiado, Quito es la ciudad más poblada del Ecuador que ha recibido migración de todo tipo, y los ha recibido con los brazos abiertos, pero no puede ser que mayorías con escasa o ninguna clase de pertenenecia a la ciudad peor conciente de tradiciones y escasa cultura y sensibilidad, por el simple uso del voto en el mayor de los casos irreflexivo, pretenda opinar, censurar y prohibir algo que simplemente desconocen o no entienden, si ponemos en consulta todos los gustos de determinados grupos o colectivos de personas estaríamos prohibiendo muchos de las actividades que se llevan a cabo en la ciudad, eso no es democracia ni respeto a las libertades. La Fiesta Brava Exige Respeto.
Se escucha que el toreo es un evento sanguinario, que se viola el respeto a los derechos de los animales, que no es arte, que no es estético, que no es parte de la tradición ni de la cultura ecuatoriana, que es una fiesta de noveleros y por supuesto de pelucones quiteños, y otros calificativos descriteriados. Digo esto porque no hay un mínimo de razonamiento lógico y elemental para concluir en semejantes aseveraciones. Yo preguntaría primero si los antitaurinos pueden responder sobre qué se entiende por arte, por estética, por tradición, por cultura, y más aún qué se entiende por tradición y cultura ecuatorianas, y peor aún, preguntaría si conocen el verdadero sentido de la democracia. Acaso pretendemos pensar que la influencia española y europea de más de 500 años no introdujo elementos nuevos a nuestra tradición y a la cultura precolombina en nuestros territorios, cuando Ecuador aún no existía?. Si fuese así, invitaría a todos los antitaurinos y demás ciudadanos radicales e intolerantes con las minorías a que vivan conforme lo que pregonan, y por tanto empiecen a usar taparrabos o vestidos que los nativos usaban en aquellas épocas, cazar con lanzas y dardos envenenados, o acaso hablar solamente quichua, shuar, o alguna otra lengua nativa….
En este debate sobre la vigencia de la fiesta de los toros hay tres elementos esenciales que se analizan de manera superficial y con desconocimiento y revanchismo. El primero de todos es la presencia del concepto del rito y del ritual. El toreo es un ritual que ensalza la vida porque la confronta con la muerte. Es la lucha entre un animal majestuoso, asesino, que ha sido cuidadosamente criado, que está armado, y que enfrenta a un ser humano que se expone solo con un engaño, y en esa confrontación brutal se crea arte y belleza, que redime la existencia del toro como elemento fundamental de ese ritual. Qué no se le ha consultado al toro es una barrabasada que no merece ser siquiera considerada. Acaso se les pregunta a los pollos, vacas, cerdos, chivos, corderos, sobre si desean ser parte del alimento de aquellos que “defienden los derechos de los animales”. Voy más allá, se le pregunta al río cuando se le desvía de su cauce o se lo explota a tal punto que se lo seca y envenena? Se le pregunta a las lechugas y tomates sobre su derecho a morir en las plantas que los germinaron?. Sin duda hay un seudo ecologismo infantil que incapaz de producir innovaciones que promuevan en bienestar general, se escudan en su ignorancia y vil resentimiento para joder, para oprimir aprovechando de una coyuntura que favorece sus nimias conciencias.
El segundo elemento es el respeto de los valores individuales y colectivos. Cada ser humano carga con un cúmulo de valores culturales, éticos, políticos y sociales que forman parte de la estructura de su ser. Esos valores deben ser respetados, no pueden ser impuestos, ni subastados incluso por la mejor de las intenciones. La convivencia pacífica y el crecimiento y realización individuales requieren indispensablemente la presencia de los valores individuales, que sumados en un convivir gregario forman parte de un todo diverso. Ahí está la riqueza de los pueblos, ahí está la razón de ser de la felicidad individual y colectiva.
El otro elemento es la conceptualización de la democracia y del ejercicio democrático. La participación de la ciudadanía es prioritaria para la vigencia de la democracia. Pero dicha participación, así como el ejercicio del poder tienen o deben tener limitaciones. No se puede concebir a la democracia como la dictadura de las mayorías. No siempre es bueno ni necesario que las mayorías condicionen, permitan o impidan el libre derecho de las minorías a vivir con sus creencias, tradiciones y culturas. La democracia es el estadio de evolución social y política que permite a una sociedad buscar su bienestar de manera incluyente y solidaria respetando y promoviendo la riqueza y sabiduría de su gente, conquistada en siglos de historia. La democracia, por ende, debe respetar irrestrictamente la cultura, las tradiciones y los valores que no necesariamente deben ser homogéneos.
Nuestra Constitución Política declara al Ecuador como un Estado megadiverso, pluricultural y plurinacional. Ergo, la consulta popular que se llevó a cabo fue inconstitucional, viola los más elementales principios sobre la cual está constituida.
Entendámoslo de una vez por todas, la fiesta de los toros no es una fiesta de cuatro pelucones quiteños, ni el pretexto de los noveleros a emborracharse en la plaza y fuera de ella. Estas últimas son conductas aberrantes que se producen dentro y fuera de la plaza, pero que no son peculio de las corridas de toros, pues se producen también en los estadios de fútbol, en fiestas populares a lo largo y ancho del país. El toreo es violento? Por qué no se habla entonces del boxeo, la lucha libre, las cadenas sabatinas y muchas otras manifestaciones con enorme carga agresiva que se verifican en el territorio nacional, que por añadidura son realizadas exclusivamente por seres humanos. La violencia se produce por causas sociales originadas en la exclusión, la marginalidad, la ignorancia, la pobreza, la intolerancia, la prepotencia y el abuso del poder. No agarren al toreo como chivo expiatorio de sus miserias y falsa conciencia social.
Por todo lo dicho soy uno más que defiende el ritual del toreo por hermoso y profundo, por serio y trágico, por estético, porque me invita a entender la vida enfrentando a la muerte. Todos los que gustamos de los toros, y aquellos que aún no siendo aficionados están a favor de la defensa de la libertad y tolerancia de manifestaciones culturales y tradiciones ancestrales de las minorías.
Como se añora a esos verdaderos señores Alcaldes de épocas pasadas, respetuosos de las tradiciones, inteligentes, coparticipes de las costumbres y tradiciones de la ciudad, los tiempos han cambiado, la ciudad ha cambiado, Quito es la ciudad más poblada del Ecuador que ha recibido migración de todo tipo, y los ha recibido con los brazos abiertos, pero no puede ser que mayorías con escasa o ninguna clase de pertenenecia a la ciudad peor conciente de tradiciones y escasa cultura y sensibilidad, por el simple uso del voto en el mayor de los casos irreflexivo, pretenda opinar, censurar y prohibir algo que simplemente desconocen o no entienden, si ponemos en consulta todos los gustos de determinados grupos o colectivos de personas estaríamos prohibiendo muchos de las actividades que se llevan a cabo en la ciudad, eso no es democracia ni respeto a las libertades. La Fiesta Brava Exige Respeto.