Culminó la denominada Feria
del Centenario, que se llevó a cabo en la Plaza de Toros Belmonte
ubicada en el Centro de la ciudad de Quito.
Hay que destacar la buena presencia de
los aficionados que se dieron cita a disfrutar de unos carteles que
prometían ser espectaculares y que al final en términos generales fueron
del agrado de los aficionados los cuales salieron con un buen sabor de
boca de la plaza.
Como no destacar la actuación de Enrique
Ponce que indultó a un toro del hierro de Triana en la corrida goyesca,
Daniel Luque y su toreo serio, El Fandi que lamentablemente sufrió una
cornada en su último toro, Morante de la Puebla en el Festival de la
Virgen Esperanza de Triana, las ganas de agradar, la entrega y valentía
de los toreros nacionales. Pero desde nuestra opinión, lo más destacado
fue la actuación de los jóvenes rejoneadores nacionales Sebastián
Peñaherrera y Álvaro Mejía que tuvieron unas actuaciones completas, con
un gran dominio de sus caballos una conexión directa con la afición que
los aplaudieron a rabiar en sus actuaciones y fueron los que pusieron el
color en esta Feria del Centenario. Los dos vienen abriéndose paso con
fuerza este año especialmente Álvaro Mejía que ha tenido un ano con
muchas actuaciones y triunfos. La sabia nueva del rejoneo promete mucho.
La Feria tuvo de todo, poder ver al
maestro Ponce en su plenitud, con su cariño a la Quito, la opaca
encerrona de Morante de la Puebla con pocos destellos de su torería,
pero luego su reivindicación en su segunda tarde. Esta feria no estuvo
exenta de peligro y drama también, cogida a Morante sin consecuencias
físicas pero si emocionales y la fuerte cornada a El Fandi que ya está
recuperándose satisfactoriamente en una clínica de la ciudad.
La empresa y su afán de agradar a la
afición, brindando a la afición no solo carteles destacados sino también
combinándolos con un marco artístico muy agradable es digno de destacar
también al final es un espectáculo y la gente paga y sale satisfecho
del mismo.
Contrario a la posición radical de los
puristas que decidieron “abandonar” a la fiesta brava en Quito por su
falta de integridad, muy respetable por cierto esta opinión, en los
actuales momentos acudir a la plaza es una manera de apoyarla, por que
como dicen popularmente “eso es lo que hay” y esta manera de tener
fiesta brava en el Distrito Metropolitano de Quito, corre riesgo de
desaparecer como tal, fruto a muchos factores y actores que serán objeto
de análisis posteriormente.
Lo importante es que hubo actividad
taurina en la ciudad de Quito, que recuperó en algo la tradición y
alegría de años anteriores.
Fotografía cortesía de Lorena Calderón Peter.