Quienes acudimos a la corrida
de hoy en Latacunga fuimos con la emoción al vilo para ver triunfar a
dos grandes maestros del arte taurino contemporáneo. El cartel era de
una plaza de primera categoría, ni más ni menos que el genio de Morante
de la Puebla y el maestro Alejandro Talavante.
Estaban programados cuatro toros de
Triana y Huagrahuasi, que terminaron siendo seis, porque estuvieron
justos de fuerza y algunos carentes de transmisión. Un toro de Morante,
el primer sobrero y quinto de la tarde fue el de más clase, y su casta
fue premiada con vuelta al ruedo y peticiones insistentes de indulto. El
primer toro de Talavante, fue también noble y transmitió. Conocemos muy
bien la afición y sacrificio de José Luis Cobo, dueño de ambas divisas,
y hemos visto repetidamente triunfos con toros de gran calidad, pero
salvo los dos mencionados, los demás astados no estuvieron a la altura
de semejante cartel. El tercero tuvo problemas con la mano derecha, y
debió ser devuelto a chiqueros apenas salió al ruedo, porque se notó que
cojeaba, un animal que sí tenía pasta de bravo, una lástima. A fin de
cuentas, el mundo del toreo tiene misterios que justamente le hacen lo
que es, y ningún esfuerzo y afición garantizan nada.
Morante de la Puebla es un genio del
arte. Eleva el toreo a niveles celestiales, siempre y cuando encuentre
materia prima en sus enemigos. En sus dos primeros tuvo destellos de sus
famosísimas verónicas, remates con hondura y elegancia superiores, así
como muletazos, que hicieron levantar del asiento a muchos aficionados
admiradores de su genio artista. En el quinto hizo una faena majestuosa,
hilvanando capotazos de aquellos que los pintores buscan plasmar en el
lienzo. Qué decir con la muleta, inició sentado en una silla recogiendo
al toro por ayudados de pecho, y luego tanto por naturales como por
derechazos logró momentos sublimes, toreando en redondo, transmitiendo,
cuajando tandas cada vez más hondas y sin casi moverse que fueron
aplaudidas a rabiar por el respetable. Luego vino un momento
desagradable para los buenos aficionados, el público se desconcentró
pidiendo indulto al toro y todo el alboroto confundió al torero. Pinchó
cuatro veces y mató con descabello. Por semejante desprolijidad de la
afición, no se abrió la puerta grande que Morante la tenía en sus manos,
y recibió apenas una vuelta al ruedo muy aplaudida. El toro no era de
indulto, pese a tener mucha clase y acudir con nobleza a los engaños, no
tenía suficiente fuerza, solo fue una vez a las varas y acudió al
caballo con la cabeza alta, detalles de cierta mansedumbre que hay que
considerar antes de pedir el indulto. De todas maneras, gracias Morante
por tu arte y entrega el día de hoy, esperamos verte pronto en ruedos
ecuatorianos, se le concedió una oreja, pero no se la entregó por confusión de los encargados.
Talavante es un torerazo. Combina como
muy pocos la cadencia del artista y el poderío del lidiador que puede
con todo lo que se le ponga delante. En su primero estuvo maestro,
recogiéndolo con verónicas que pausaban la envestida del burel,
chicuelinas ceñidas y media verónicas y revoleras que remataron su faena
y quite. Con la muleta hizo lo propio, especialmente en las series de
naturales templados, obligando a humillar a su toro. Detalles muy
toreros completaron su interpretación artística. Pero hoy no estuvieron
acertados con la espada ninguno de los dos maestros. Perdió una, sino
las dos orejas que también le hubieran abierto la puerta grande. Por
ello, encorajinado ofreció un sobrero, al cual toreó con igual clase y
dominio de los terrenos. Pinchó pero mató en su segundo intento y fue
premiado con una oreja que la paseó en medio de un público entregado a
semejante demostración de hondura torero. Gracias también Alejandro por
tu honradez y genio.
Síntesis de la Corrida:
Plaza de Toros San Isidro Labrador en Latacunga, provincia de Cotopaxi,
plaza casi llena, se lidiaron seis toros de Triana y Huagrahuasi,
destacando el quinto de la tarde que fue premiado con vuelta al ruedo. Morante de la Puebla: palmas, palmas y oreja; Alejandro Talavante: palmas, palmas y una oreja;