domingo, 20 de febrero de 2011

Guadalajara cerró su ciclo de toros por los 469 de fundación



Tarde interesante y variada, con emociones de toda índole y hasta broncas por diversos motivos se vivió en la Plaza Nuevo Progreso de Guadalajara, México, con la cual se cerraba el  ciclo ferial en esta época del año,  con un encierro de seis toros de la ganadería mexicana de José Julián LLaguno, más un sobrero, para los espadas mexicanos Israel Téllez, Aldo Orozco y el colombiano Ricardo Rivera.

La presentación de la corrida fue impecable. El trapío de todos los bureles fue digno de un plaza de primera categoría. El peso promedio de la corrida fue de 503 kilos. Pese a su bella estampa de los toros, su desenvolvimiento no fue parejo, y más bien todos hicieron de mansos a ratos, y en repetidas ocasiones buscaban los aires y sus saltos hicieron que dos de ellos terminen corriendo por el callejón y golpeando a los toreros, hasta que el cuarto terminó corneando seriamente al torero en suerte.

Israel Téllez llegó para romper en la plaza que más conoce de toros en México, y en donde la presentación de las reses pasa por una metódica evaluación de las autoridades y también del respetable. El torero mexicano puso pundonor para tratar de dominar al primero de la tarde que no paró de saltar, incluso luego del tercio de pica. Por momentos logró pases lúcidos y templados que hiceron calentar el ambiente de la plaza, que lucía con una media entrada. Poco hizo con el capote ante las arremetidas de su lote, mientras que en la muleta trazó derechazos y trincherazos de buena factura. No estuvo atinado a la hora de estocar y en tres intentos pasaportó a su contendor. En el cuarto buscó mejor fortuna y salió a por todas. Un vistoso quite y un lucido juego de banderillas despertaron los aplausos del público tapatío. Con la muleta se acercó hasta la cara del animal, y tratando de someter al toro en sus propios espacios, recibió tremenda cornada en el muslo derecho de aproximadamente 25 centímetros y un fuerte golpe en la cara cuando cayó, al punto que fue retirado en camilla hasta la enfermería. Pese a la gravedad de la herida, su valentía y entrega torera hicieron que regrese a tratar de matar sin poder hacerlo, pues con su pierna herida no tenía fuerza y apoyo para cumplir con la suerte suprema. El toro regreso vivo a chiqueros y el torero fue trasladado al quirófano de un hospital de la ciudad.


El segundo de la tarde salió cabeceador y muy suelto al punto que brincó justo frente al burladero de prensa dónde me encontraba junto a otros reporteros y al peón de confianza de Téllez. Al regresar al ruedo Aldo Orozco lo recibió con una corta serie de verónicas y una media de remate. Con la muleta, el torero mexicano tuvo momentos muy interesantes, con derechazos y pases de pecho templados. Al igual que su coterráneo Téllez, Orozco lució desatinado con la espada. Un aviso y varios intentos impidieron que el matador se llevara al menos una vuelta al ruedo. El quinto toro fue el más grande e imponente de todo el lote de la tarde. Con 540 kilos de peso, negro zaino y corniabierto, imprimió respeto. El público sabía que aquel ejemplar genera transmitía mucho peligro y apoyó al torero, que se la jugaba permanentemente metiéndose de frente para sacar sendas tandas de derechazos, naturales, molinetes y remates de pecho que fueron ovacionados por el respetable. Sin duda faltó una puya más para que el toro bajara la cabeza lo suficiente para el lucimiento de Orozco. El estoque fue el punto flaco del torero mexicano y perdió al menos una oreja luego de un aviso, cuatro estoques y otros tantos descabellos dio muerte a Agua Limpia.

Por su parte, Ricardo Rivera volvía a Guadalajara luego de que un año atrás no tuviera suerte con sus enemigos. En esta ocasión, en sus dos toros, quizás los mejores de la tarde, no estuvo a gusto con las características ásperas de su lote, y no logró someter e hilvanar sus faenas. Momentos de lucidez y aplomo se combinaban con otros no tan claros. Con el acero tampoco estuvo acertado y también escuchó un aviso y se fue sin tocar pelo, al igual que sus compañeros de terna.

Pese a que no hubo orejas para los matadores, la corrida no dejó de ser interesante. Hubo momentos de gran calidad en los tres espadas. El ganado no ayudó, pues fue áspero, manso y por tanto muy peligroso. Un torero terminó en el quirófano, y el público salió agradecido por la entrega de los matadores y con algunas sensaciones memorables.



Mientras tanto, Toros Ecuador se siente complacido de haber testificado esta corrida y llevarle a la afición quiteña y ecuatoriana la información de primera mano de lo que ocurre en las ferias de América. Próximamente estaremos en España y Francia, hasta entonces.
El Morenito de la Reina