Teruel, tierra bendita por el
sol, la brisa y los fértiles campos, tierra de toros y solera, ha sido
testigo de la tragedia en el ruedo. Víctor Barrio ha sido corneado en el
tórax y ha muerto casi instantáneamente en el ruedo de la Plaza de
Teruel, España.
La tauromaquia es un ritual trágico.
Siempre lo es, pues es el juego de la vida y la muerte entre toro y
torero. Por eso nunca llamo “Fiesta” al toreo, porque no lo es. Casi
siempre muere el toro, la esencia del rito. Y como ayer, y muchos antes,
ha muerto el torero. Quien viste de luces tiene un espíritu estoico,
espartano, sabe que se enfrenta cada segundo con la muerte. Sin embargo,
con valentía y profunda convicción de su capacidad artística, reta al
destino y busca cada tarde fraguar una faena llena de arte e inigualable
estética, que solo el toreo es capaz de ofrecer.
Si la brisa es bienvenida sobre todo en
los días tórridos del verano, esta vez confabuló en contra del destino
del joven torero de Segovia. Barrio lanceaba con la muleta al tercero de
la tarde y el viento lo ha dejado al descubierto. El toro de la
ganadería Los Maños, que embestía sin humillar ha ido por él, lo ha
volteado y cuando caía al suelo lo ha aplastado contra la arena. El
cuerno izquierdo del toro se ha colado por el costado del pecho del
torero y lo ha atravesado completo.
La cuadrilla del torero en desgracia lo
ha transportado a la enfermería buscando el milagro, mismo que nunca
llegó. La hemorragia fue masiva e incompatible con la vida, de acuerdo
al parte médico elaborado por los doctores de plaza que vieron
impotentes el fin de la vida de un artista, de un valiente.
Víctor Barrio, nacido en Segovia, tenía
apenas 29 años y buscaba permanente superarse, nunca estuvo conforme con
su ya cuajada línea artística. Era alegre de personalidad y eso se
reflejaba en su repertorio. Paseó por las plazas importantes de España, y
también estuvo en América. Ecuador lo vio en una ocasión. Toros Ecuador
lo descubrió en mayo del 2010 en Sevilla, pocos meses antes de que tome
la alternativa. Personalmente lo saludé en aquella ocasión y cuando
visitó ruedos ecuatorianos, siempre atento y afable, seguro de sí mismo.
Pero eso no es suficiente para sobrevivir el instinto asesino del toro.
Has muerto torero valiente, has
transmutado a lo etéreo, pero tu arte está en nuestras retinas y
nuestras almas. Descansa en paz, que nosotros siempre te recordaremos y
agradeceremos por la gloria de tu arte. Como dice el poeta, “a mano
derecha según se va al cielo, veréis un tablado que montó Frascuelo…” Y
junto a él, Lagartijo, Joselito el Gallo, Manolete, Sánchez Mejías,
Paquirri, El Yiyo, Julio Robles, El Pana, y tantos otros toreros que
dejaron su vida en el ruedo, encandilarás el cielo con tu arte eterno.
Va por ti Víctor Barrio.
Morenito de la Reina, Toros Ecuador