La ya tradicional corrida de
verano del pintoresco poblado de Tanicuchí, provincia de Cotopaxi, tuvo
esta tarde un cartel que prometía mucho para la afición taurina
ecuatoriana, que llenó en más de dos tercios el aforo de la plaza. En
mano a mano hicieron en paseíllo el diestro español Juan Diego y el
quiteño Martín Campuzano, quienes lidiaron toros de las ganaderías de
Santa Coloma y Peñas Blancas, encierro que tuvo altibajos.
El ibérico Juan Diego abrió plaza con el
toro más pequeño del lote, al que lo entendió desde el primer capotazo,
llevándolo cadenciosamente tanto con el capote como con la muleta. A
media altura, fraguó tandas de derechazos y forzados de pecho muy
artísticos y templados. Lastimosamente pinchó con la espada en su primer
intento, perdiendo un justo premio a su labor artística.
Con su Segundo repitió su repertorio
cadencioso, y tuvo momentos de especial importancia sobre todo con la
muleta, cuya labor se basaba en derechazos templados, sin dejarle
distraer al toro. Mató de una Buena estocada y recibió una oreja que la
paseó en medio de sonoros aplausos. Con el tercero de su lote poco pudo
hacer, pues el toro no transmita lo suficiente y renegaba la embestida.
Pese a ello, Juan Diego logró lancear varios muletazos que reflejaban la
calidad del torero español.
El ecuatoriano Martín Campuzano hace
evidente en cada presentación su ilusión y honestidad torera, que no se
achica ante ningún toro que se le ponga enfrente. Y es que ahora lidió y
pasaportó un toro de 590 kilos, y lo hizo con mucho aplomo.
Pero lo más reconfortante para los
aficionados ecuatorianos que nos dimos cita esta tarde en Tanicuchí, fue
refrendar la creciente calidad del torero quiteño, sobre todo en lo
hecho en el cuarto de la tarde, frente a un toro de tuvo calidad y
nobleza, y al que Martín logró sacarle lo mejor de sí con gran calidad y
aplomo. Recibió a su enemigo con una cambiada de rodillas, siguió con
dos estupendas verónicas y un quite por delantales bien ejecutados. Con
la muleta estuvo soberbio y variado, derechazos, cambiadas por la
espalda, pases de pecho con fijeza, temple y mando, como Mandan los
cánones del toreo. Entonces gran parte del público entendió que el toro
merecía el indulto y que el torero los máximos trofeos, y la autoridad
de plaza concedió el indulto y las dos orejas y rabo al torero que
emocionado dio la vuelta al ruedo en medio de los aplausos del
respetable.
Un hecho curioso se presentó en la
plaza. En uno de los palcos bajos estaba el ex Vicepresidente de la
República, señor Lenín Moreno, quien ejercía tales funciones cuando se
permitió la oprobiosa castración de las corridas en Quito en la maldada,
ilegal e injusta consulta popular del 2011. Buen número de aficionados
protestó su presencia sobre todo porque nada hizo para evitar semejante
irrespeto a una de las tradiciones más enconadas en la cultura quiteña,
su feria taurina. La vida da vueltas y el no hay perdón ni olvido es
para todos, la historia tiene muchos ejemplos de ello, y como aquellos
que crearon la guillotina fueron luego ejecutados por el poder popular
en ella, asimismo esperamos sinceramente que el atropello al credo y
tradiciones también se supere en este país cuya sociedad lamentablemente
aún no sabe vivir en democracia, y por tanto, no tolera cosmovisiones
de las minorías de todo tipo. Ojalá el derrotero histórico haga
suficiente mella para que pronto recuperemos nuestra Feria del Jesús del
Gran Poder en la muy taurina ciudad de Quito. Eso si que exista el
reclamo, pero no la ofensa de ninguna manera, recordemos que la gente culta está entre los taurinos. Que viva el toreo¡
Ficha del festejo: Plaza de Toros “San
Lorenzo”, ciudad de Tanicuchí, provincia de Cotopaxi, dos tercios largos
plaza, tres reses del hierro de Santa Coloma y tres reses del hierro de
Peñas Blancas de variado juego y bien presentados, promedio 480 kilos;
destacando el cuarto toro de nombre “arbitrario” de 460 kilos, que fue
indultado por Martín Campuzano; Juan Diego, aplausos, oreja y vuelta al
ruedo, Martín Campuzano, vuelta al ruedo, dos orejas y rabo simbólicos y
aplausos. El diestro español Juan Diego se llevó el trofeo a la mejor
faena y el matador ecuatoriano fue declarado el triunfador de la corrida
y dio la vuelta en hombros al ruedo de la plaza.