Sevilla es mágica, es arte vivo que late en sus calles, sus tabernas, su gente y su Real Maestranza. El letrero "No hay billetes" colgaba días atrás para la primera corrida de la Feria de Abril 2022. El cartel no podía ser mejor para el Domingo de Resurrección. Morante de la Puebla, Juan Ortega y Pablo Aguado.
Pero hasta Leonardo da Vinci, o Van Gogh necesitan de lienzo, pinceles y luz. En el toreo, eso se lo dan los toros, los amos de este arte magnífico que la tarde del domingo 17 de abril no aparecieron. Es que lo de Juan Pedro Domecq ya no es nuevo. Toros sin transmisión ni codicia. El ganadero, de tanto buscar la clase en sus toros, éstos han perdido la casta. Deambulan por el ruedo, embisten sin transmitir y se quedan sin fuerza apenas salen de la pica.
Ninguno de los toreros, los más artistas de la actualidad, pudo con los seis bichos, más dos sobreros. Solo pudimos admirar la plástica armonía del vuelo del capote en Morante en un quite al sexto astado, En Juan Ortega en el primer tercio de su primer toro y a Pablo Aguado en el quite del sexto. Nada más, nada de nada, apenas uno que otro muletazo de los tres artistas. Y decir que los mejores de la tarde fueron los picadores, toreros de verdad que entendiendo la poca fuerza de los animales trataron de cuidarlos y prepararlos para la muleta. Pese a ello, todos los toros se quedaron y no dieron juego ni se atrevieron a danzar con los maestros.
Demasiado sabor a poco para semejante expectativa, no solo en Sevilla, sino en todo el orbe taurino. Esto es así, hay días en que los sueños de los toreros y la afición no se cumplen. Esperamos la gloria en otro momento, pero que sea pronto, y con otras ganaderías, que las hay muchas y muy buenas.
Morenito de la Reina
Pero hasta Leonardo da Vinci, o Van Gogh necesitan de lienzo, pinceles y luz. En el toreo, eso se lo dan los toros, los amos de este arte magnífico que la tarde del domingo 17 de abril no aparecieron. Es que lo de Juan Pedro Domecq ya no es nuevo. Toros sin transmisión ni codicia. El ganadero, de tanto buscar la clase en sus toros, éstos han perdido la casta. Deambulan por el ruedo, embisten sin transmitir y se quedan sin fuerza apenas salen de la pica.
Ninguno de los toreros, los más artistas de la actualidad, pudo con los seis bichos, más dos sobreros. Solo pudimos admirar la plástica armonía del vuelo del capote en Morante en un quite al sexto astado, En Juan Ortega en el primer tercio de su primer toro y a Pablo Aguado en el quite del sexto. Nada más, nada de nada, apenas uno que otro muletazo de los tres artistas. Y decir que los mejores de la tarde fueron los picadores, toreros de verdad que entendiendo la poca fuerza de los animales trataron de cuidarlos y prepararlos para la muleta. Pese a ello, todos los toros se quedaron y no dieron juego ni se atrevieron a danzar con los maestros.
Demasiado sabor a poco para semejante expectativa, no solo en Sevilla, sino en todo el orbe taurino. Esto es así, hay días en que los sueños de los toreros y la afición no se cumplen. Esperamos la gloria en otro momento, pero que sea pronto, y con otras ganaderías, que las hay muchas y muy buenas.
Morenito de la Reina