sábado, 29 de noviembre de 2014

Una oreja que supo a poco ante tanto arte


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Quienes acudimos a la corrida de hoy en Latacunga fuimos con la emoción al vilo para ver triunfar a dos grandes maestros del arte taurino contemporáneo. El cartel era de una plaza de primera categoría, ni más ni menos que el genio de Morante de la Puebla y el maestro Alejandro Talavante.

Estaban programados cuatro toros de Triana y Huagrahuasi, que terminaron siendo seis, porque estuvieron justos de fuerza y algunos carentes de transmisión. Un toro de Morante, el primer sobrero y quinto de la tarde fue el de más clase, y su casta fue premiada con vuelta al ruedo y peticiones insistentes de indulto. El primer toro de Talavante, fue también noble y transmitió. Conocemos muy bien la afición y sacrificio de José Luis Cobo, dueño de ambas divisas, y hemos visto repetidamente triunfos con toros de gran calidad, pero salvo los dos mencionados, los demás astados no estuvieron a la altura de semejante cartel. El tercero tuvo problemas con la mano derecha, y debió ser devuelto a chiqueros apenas salió al ruedo, porque se notó que cojeaba, un animal que sí tenía pasta de bravo, una lástima. A fin de cuentas, el mundo del toreo tiene misterios que justamente le hacen lo que es, y ningún esfuerzo y afición garantizan nada.

Morante de la Puebla es un genio del arte. Eleva el toreo a niveles celestiales, siempre y cuando encuentre materia prima en sus enemigos. En sus dos primeros tuvo destellos de sus famosísimas verónicas, remates con hondura y elegancia superiores, así como muletazos, que hicieron levantar del asiento a muchos aficionados admiradores de su genio artista. En el quinto hizo una faena majestuosa, hilvanando capotazos de aquellos que los pintores buscan plasmar en el lienzo.  Qué decir con la muleta, inició sentado en una silla recogiendo al toro por ayudados de pecho, y luego tanto por naturales como por derechazos logró momentos sublimes, toreando en redondo, transmitiendo, cuajando tandas cada vez más hondas y sin casi moverse que fueron aplaudidas a rabiar por el respetable. Luego vino un momento desagradable para los buenos aficionados, el público se desconcentró pidiendo indulto al toro y todo el alboroto confundió al torero. Pinchó cuatro veces y mató con descabello. Por semejante desprolijidad de la afición, no se abrió la puerta grande que Morante la tenía en sus manos, y recibió apenas una vuelta al ruedo muy aplaudida. El toro no era de indulto, pese a tener mucha clase y acudir con nobleza a los engaños, no tenía suficiente fuerza, solo fue una vez a las varas y acudió al caballo con la cabeza alta, detalles de cierta mansedumbre que hay que considerar antes de pedir el indulto. De todas maneras, gracias Morante por tu arte y entrega el día de hoy, esperamos verte pronto en ruedos ecuatorianos, se le concedió una oreja, pero no se la entregó por confusión de los encargados.

Talavante es un torerazo. Combina como muy pocos la cadencia del artista y el poderío del lidiador que puede con todo lo que se le ponga delante. En su primero estuvo maestro, recogiéndolo con verónicas que pausaban la envestida del burel, chicuelinas ceñidas y media verónicas y revoleras que remataron su faena y quite. Con la muleta hizo lo propio, especialmente en las series de naturales templados, obligando a humillar a su toro. Detalles muy toreros completaron su interpretación artística. Pero hoy no estuvieron acertados con la espada ninguno de los dos maestros. Perdió una, sino las dos orejas que también le hubieran abierto la puerta grande. Por ello, encorajinado ofreció un sobrero, al cual toreó con igual clase y dominio de los terrenos. Pinchó pero mató en su segundo intento y fue premiado con una oreja que la paseó en medio de un público entregado a semejante demostración de hondura torero. Gracias también Alejandro por tu honradez y genio.

Síntesis de la Corrida: Plaza de Toros San Isidro Labrador en Latacunga, provincia de Cotopaxi, plaza casi llena, se lidiaron seis toros de Triana y Huagrahuasi, destacando el quinto de la tarde que fue premiado con vuelta al ruedo. Morante de la Puebla: palmas, palmas y oreja; Alejandro Talavante: palmas, palmas y una oreja;
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